miércoles, 17 de julio de 2013

Ciclo de Drenai, de David Gemmell

Tras sus inicios durante los años treinta y cuarenta, la Espada y Brujería se mantuvo latente hasta los años sesenta, cuando, con la recuperación de la obra de Robert E. Howard, multitud de lectores descubrieron el género. Imitaciones de Conan surgieron como setas, con mejor o peor fortuna; algunas de esas historias tienen interés en sí mismas, pero la mayoría se limitan a copiar el estilo de Howard sólo en la superficie, creando fotocopias borrosas del cimerio, impermeables a cualquier análisis que intente otorgarles algo de profundidad.

Evidentemente, ante tal aluvión de imitaciones de la fórmula, ésta habría de agotarse pronto. Así que, en algún momento entre finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, este tipo de historias dejó de publicarse, por lo menos, en el número en que lo habían sido hasta entonces. También se abandonó el formato de imitación barata de Conan.

Afortunadamente, no fue el final del género, sino su evolución. Dejada atrás la horda de bárbaros invulnerables e invencibles, se dejaba espacio para nuevas historias y personajes, que, si bien dentro de la Fantasía Heroica, mantenían sus propias diferencias con los arquetipos fundadores.

David Gemmell fue uno de los mejores autores que colaboraron en la reinvención del género, particularmente mediante su serie de Drenai, que cuenta con más de diez entregas. Al menos seis de ellas han sido publicadas en España, por la editorial Gigamesh.

Drenai es una nación civilizada en un mundo con reminiscencias de nuestra propia Antigüedad. En algunos aspectos recuerda a la Grecia Clásica, con sus Juegos, en los que delegaciones de varios países compiten, y en la amenaza común que un imperio, similar al Imperio Persa, hace cernir sobre todos estos pequeños estados.

Pero también hay, y son muy importantes a lo largo de la serie, una suerte de mongoles, cuyas numerosas tribus luchan constantemente entre sí en su territorio, colindante a una de las fronteras de Drenai, a la espera de que se cumpla la profecía que promete un gran Unificador, que hará que todas las tribus cabalguen juntas contra sus antiguos enemigos.

Las novelas publicadas aquí se dividen en dos series distintas, escritas en un orden distinto al de la cronología interna del ciclo, criterio éste último escogido por la editorial para su publicación.

La primera parte toma como protagonista a Dakeyras, conocido como Waylander el Destructor. Un granjero que en su juventud encontró a su familia asesinada. Tras cinco años de búsqueda y venganza acabó con el último de los saqueadores responsables de la masacre, descubriendo que para entonces ya no sabía hacer otra cosa que matar. De modo que se convirtió en asesino a sueldo.

Waylander es la primera novela. Dakeyras es ya un veterano con un aura casi legendaria, tras los numerosos asesinatos cometidos, incluyendo el del propio rey de Drenai. Pero esta muerte ha provocado un terrible desastre, pues otro estado, aprovechando la confusión que reina en el reino sin rey ha comenzado una invasión. Waylander el Destructor es contratado para recuperar la Armadura de Bronce, una reliquia que cuenta con una leyenda; quien la vista en batalla no puede perder. Sea cierto o no, es un símbolo que resultaría muy útil para el desmoralizado ejército drenai. Durante el viaje se encuentra con algunos individuos que le ayudaran de diversos modos, así como con algunos enemigos.

Las siguientes entregas, Los Dominios del Lobo y Héroe en la Sombra, transcurren años después, con el protagonista progresivamente envejecido, afrontando consecuencias de los acontecimientos vividos en aventuras anteriores. Dakeyras está retirado desde hace tiempo, sólo quiere soledad y tranquilidad. Pero claro, el mundo nunca le permite olvidar quién ha sido ni lo que ha hecho a lo largo de su vida.

La segunda parte de la serie transcurre algunos siglos después del tiempo de Waylander. El protagonista en esta ocasión es Drus el Hachero. Similar a Waylander en sus inicios, Drus es un leñador recientemente casado. Las Primeras Crónicas, hablan de sus orígenes. En una incursión, un grupo de esclavistas asalta la aldea en la que él vive, llevándose consigo entre otras personas, a su esposa. Drus, cuyo carácter huraño en extremo le ha hecho ganarse la enemistad de sus vecinos, toma el arma de su abuelo, una enorme hacha, para emprender la búsqueda de su esposa. El largo viaje, y las situaciones en las que se ve envuelto durante el mismo, hacen que acabé convirtiéndose en una figura de estatura heroica a ojos del mundo.

En las siguientes partes, Mensajero de la Muerte y Leyenda, contemplamos a un Drus cada vez más cansado y envejecido, que ha visto morir a prácticamente todas las personas que le importaban. Lo único que le queda es su reputación, lo que no es suficiente. Aun así, ha de tomar parte en nuevas batallas, incluyendo algunas de las más grandes de su tiempo.

Ha sido publicada una séptima entrega de la serie, El Rey Oculto, emplazada alrededor de un siglo después de los acontecimientos narrados en Leyenda. No he leído esta novela, así que poco puedo contar al respecto.

Drenai es indudablemente Fantasía Heroica. Las novelas cuentan definitivamente con un protagonista, que lleva el peso de la historia, aunque, para complementar y ofrecer puntos de vista distintos, siempre hay secundarios, que cambian de una novela a otra. El protagonista se enfrenta a sus enemigos valiéndose sólo de sus armas, su astucia y sus agallas. Y sus rivales cuentan a menudo con poderes arcanos.

La prosa de Gemmell es rápida y ágil, sencilla en ocasiones, con muchos diálogos. Pero no es simplona. El autor tenía sus temas recurrentes, así que algunas ideas están presentes en varias de las novelas. La lectura es rápida y, aunque ligera, no está desprovista de cierto contenido consistente.

La magia es siempre misteriosa y a menudo siniestra. Pero no siempre. Una de las constantes a lo largo de la serie son los Treinta, una orden de monjes guerreros que hacen uso de sus considerables poderes para enfrentarse a las amenazas de carácter sobrenatural que emplean los villanos de la serie. Originalmente pacifistas, y por ello repudiados por la Iglesia de la que han surgido, los Treinta son fundados durante los acontecimientos narrados en Waylander, y aparecen en la mayoría de novelas de la serie, si no en todas ellas.

Tanto Dakeyras como Drus tienen muchos puntos en común, sugiriendo un arquetipo muy alejado de Conan. Son más humanos, y temen, si bien quizá no la muerte, sí el sufrimiento. Casi siempre aparecen como guerreros ya veteranos, de edad madura, desprovistos de cualquier ilusión sobre los ideales del heroísmo y la gloria de la guerra, aunque ellos mismos puedan ser figuras casi legendarias, tomadas como ejemplo por los jóvenes reclutas.

Sobre todo, no son autosuficientes. Allá donde Conan, o Fafhrd y el Ratonero Gris (al menos después de verse libres de los espectros de sus amadas, en el caso de estos últimos) se muestran completamente despreocupados, sin necesidad de nadie para sentirse completos, los héroes de Gemmell tienen en común ese punto; Necesitan a alguien que haga de contrapeso con la dureza de su existencia. Sin la calidez de su esposa, en el caso de Drus, por ejemplo, éste sabe que acabará convirtiéndose en un monstruo sin sentimientos, válido sólo para la matanza. Ese rasgo les humaniza, les vuelve más cercanos que los bárbaros que matan al malo, consiguen a la chica y vuelta a empezar.

La serie ofrece una lectura rápida y entretenida, pero no por ello completamente superficial. Las historias contienen acción, y en gran cantidad, pero ese no es el único elemento de interés en unas novelas que contienen ciertas reflexiones sobre la guerra y la naturaleza humana, más bien pesimistas, la verdad.

Cualquiera de los libros puede ser leído independientemente. Como ya he comentado, fueron escritos en un orden distinto al interno, así que, si bien la lectura de entregas anteriores resulta útil para situar por completo el contexto de la trama, no resulta en absoluto imprescindible.  Todas ellas me parecen recomendables, aunque quizá lo pasé mejor con la lectura de… no, olvidad eso. Todas son buenas. Las historias de Drus suelen estar situadas en un contexto más bélico, mientras que las de Waylander son más del tipo viaje de aventureros, pero en ambos casos lo pasé muy bien.

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